jueves, 6 de diciembre de 2012

EL VIOLINISTA DE LAS SIRENAS

  Es uno de mis paseos cardinales, recorrer ese malecón, sobre todo para admirar que la jornada se va despidiendo, caminar con las aguas a ambos lados cuando éstas empiezan a enredar su color con el de las alturas. Hay un momento, al llegar a la última piedra, en el que se produce el hechizo y todo se vuelve azul, entonces, cierro los ojos e inspiro profundamente, convertido en gaviota alzo el vuelo y sé que todavía puedo soñar.

  Ya son varias, cuando al desandar, entre las sombras percibo el sonido de ese violín, es una triste melodía que no reconozco pero, ante el dulce canto de sus cuatro cuerdas, la mar se contiene y una brisa con fragancias de naranja, vainilla y benjuí, llega desde no sé donde.

  Hoy me paro a escuchar su concierto; él, con su traje negro, en pie sobre una roca, desliza el arco consiguiendo hacer suspirar la barra armónica y el alma del instrumento. Me siento a su lado, respetuoso, en la piedra inmediata, y me devuelve una sonrisa que llora desde sus ojos. No sólo yo lo disfruto, el tiempo también se interrumpe afinando la oscuridad que se presenta desde el este, no abundan las oportunidades de aturdirse ante un alquimista de los sentidos, y cuando una se presenta, la naturaleza siempre se somete. Aún no se han cruzado dos nubes y el violinista hace una pausa.

  —Es una preciosa poesía musical —le digo, y él advierte la admiración que insinúa mi mirada. Sonríe agradecido, más por la compañía que por el reconocimiento y compruebo que necesita conversación.
  —Toco para mis dos sirenas, el violín las atrae, salen a la superficie para bailar y así puedo verlas, casi todas las tardes, cuando por aquí aparece la soledad.
  Es un tipo elegante, aún joven, con una mirada serena y una voz que combina con los agudos armónicos que momentos antes envolvieron la bahía.
  —Es una lástima, yo no he podido verlas bailar, quizá la música se apoderó de todos mis sentidos…
  —No, nunca las verás —me responde con la voz ahogada bajo el nudo que disimula su negra corbata—. Sólo yo puedo hacerlo, a las niñas, las enterraron la semana pasada. Su madre no ha superado el golpe, jamás lo hará, y yo…, he encontrado esta manera de seguir viéndolas sonreír.
  Sus ojos se han llenado de lágrimas, saladas como el resto del agua que nos rodea. No puedo evitar incorporarme sobre mi piedra y abrazarlo.
  —Un hombre no debería enterrar a sus hijas, es una traición de la naturaleza.
  —No la culpes a ella —me dice mientras se coloca de nuevo el violín y retoma las primeras estrofas—. Yo soy el auténtico responsable.
 Su revelación me conmociona, retrocedo unos pasos horrorizado y no consigo articular palabra. Él, interrumpe de nuevo la sonata, y me dedica una atávica mirada.
  —A su padre también me lo llevé en el mismo accidente, pero él no era marinero. No intentes juzgarme, yo también sufro, a veces, con mi trabajo, gracias a estos momentos consigo superar mi condición. Cuando todo comenzó, alguien se tuvo que hacer cargo y yo juré cumplir con mi responsabilidad, aunque todos piensen lo contrario, no es fácil ser la muerte.

  Deshago el paseo del malecón, mientras, a mi espalda, vuelve a sonar, triste, el violín. La mar continúa serena, ellos dos son una vieja pareja; las sombras han llegado, las pausas que nos concede el tiempo siempre son efímeras. Yo no tengo prisa, pero sé que alguna noche esa melodía sonará para mí.

Oscar da Cunha

7 de diciembre de 2012

6 comentarios:

  1. Como siempre, una prosa de altos vuelos; una lírica profunda y sincera; una historia que cuenta más de lo que cuentas. Como siempre, un goze leerte.
    Saludos.

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  2. Un placer leer semejante comentario viniendo de un maestro de la escritura como tú, sé que eres honesto con tus críticas y no regalas aplausos, lo que todavía me enorgullece más. Un abrazo amigo, sabes bien que sigo aprendiendo de ti.

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  3. Me ha recorrido un escalofrío por todo el cuerpo.
    Logras erizar el vello a los que te leen, Oscar. Realmente, tienes talento.
    El relato me recordó una peli que me encanta, ya sabrás por qué (je, je...). Trata de cómo la muerte se apodera de un humano y logra tener sentimiento. ¿Conoces a Joe Black?... (a mí me gustaría conocer al actor, la verdad,jejeje...)
    Besos.

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  4. Cuando inicié este relato, el desenlace estaba previsto que fuera diferente, después se me ocurrió darle ese giro final, precisamente inspirado en esa película, ya supuse que, dado el protagonista, estaría entre tus preferidas. Gracias por el comentario Sole, un abrazo.

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  5. Querido Oscar, acabo de terminar "la sonrisa de la magdalena". Seguramente, éste no es el lugar más indicado para el comentario pero es el lugar que tengo más a mano.Tú, me perdonas, mi desorden...¿verdad?
    He leído tu libro rápido y con ganas. Intrigada por la trama, he avanzado sin tropiezos manteniendo el interés por los personajes y sus avatares hasta el final. Me ha dado la impresión, algo que alguien más ya ha descubierto, de que puede utilizarse como "guía turística" de lugares con encanto salpicados por la Península con alojamiento y degustación incluidos.
    Tiene una estructura cinematográfica. Sería muy fácil convertirla en película.
    La historia y los personajes es "muy española" y muy actual. Quizá por el tipo de mujer que soy, me ha resultado un poco excesiva la poneración tan pormenorizada de los atributos feminiles. Mi vena feminista se ha visto en algún caso sobresaltada y con ganas de soltarle más que un guantazo al Juancar ese. Me ha encantado Telesio y su sabiduría guasona...¡cualquier día me lo encuentro!
    Creo, para resumir que has conseguido algo que a mi juicio no es nada fácil; equilibrar plantamiento, desarrollo y desenlace. Mantener vivo el interés y conseguir plasmar un personaje que me ha resultado vivo e interesante: Marta.

    Un saludo muy cariñoso y...¡adelante!

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  6. Querida amiga Begoña, es el mejor y más sincero comentario que podía esperar de mi novela. Me quedo con haber sido capaz de atrapar tu interés hasta el final, eso ya es el mejor premio viniendo de una profesional de las palabras como tú eres. Y tienes razón, tampoco eres la primera en comentármelo, es un guión válido para una película. De Juancar ¿que quieres que te diga? Como todos los personajes tiene sus defensores y detractores, y en este caso hay que reconocer que el tipo se las trae, curiosamente es el menos fantástico de toda la obra, está inspirado en un antiguo y buen amigo mío, en el que también fui capaz de encontrar grandes valores, quizás por mi condición masculina.
    A Telesio, ojalá la suerte te lo regale una temporada, yo la tuve. Y Marta ha resultado el reto más difícil, un pequeño intento de penetrar en esa alma femenina tan indescifrable en ocasiones para los hombres.
    Muchas gracias por tu aportación y por las horas que le has dedicado a un simple aprendiz de fantasías.
    Un fuerte abrazo.
    Gero Arte.

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