martes, 20 de agosto de 2013

DENTRO DEL SILENCIO

  —¿Tienes miedo?
  —No.
  —¿Sientes algún dolor?
  —No.
  —¿Frío?
  —No, estoy bien. ¿Dónde estoy?
  —Estamos dentro del silencio.
  —¡Ah! —exclamé—. ¿Y qué hacemos aquí?
  —Esperar.
  —¿A qué?
  —A que se abra una puerta.
  —No veo ninguna puerta.
  —¿Ves algo?
  —No, no veo nada. Tampoco te veo a ti.
  —Es normal, no te preocupes…
  —No estoy preocupado.
  —… el silencio es oscuro, no hay ninguna luz, cuando te hayas acostumbrado te decepcionará porque no es eterno. Se abrirá una puerta y veremos por donde sigue el camino.
  —¿El camino? ¿Cuándo?
  —Aquí no hay cuando, no hay ahora ni después, aquí no hay tiempo, ya te lo he dicho estamos dentro del silencio.
  —Perdona, pero no entiendo nada. ¿Quién eres tú?
  —¡Ja! ¿Quién soy yo? Deberías empezar por preguntarte quién eres tú.
  —¿Yo?
  —Sí, tú. ¿Quién eres?
  —…no lo sé —respondí.
  —¡Bien! De momento te llamaremos N.
  —¿N?
  —Sí, N de Nuevo. Yo me llamo A, de Antiguo.
  —Deduzco que llevas aquí mucho tiempo…
  —Aquí no hay tiempo, ya te lo dije.
  —Bueno…, llegaste antes que yo.
  —No, llegamos a la vez. He escogido ese nombre porque yo ya he estado aquí antes.
  —Y… ¿Hay alguien más?
  —No, estamos solos, este es nuestro silencio.
  —¿Por qué estamos aquí?
  —Es lo normal en nuestra situación, no es más que un instante imperceptible, casi inmedible, pero tómatelo con calma ya te dije que aquí no hay tiempo. ¿No recuerdas nada?
  —No. ¡Bueno sí! Mi nombre, me llamo Nuevo.
  —¿Y antes, como te llamabas?
  —No hay antes, dijiste que aquí no hay tiempo.
  —Aquí no, pero antes de entrar en el silencio si lo hubo.
  —¿Y qué ocurrió? ¿Cómo era?
  —Yo no puedo recordar tu tiempo, cada uno es responsable del suyo.
  —¿Y tú? ¿Recuerdas tu tiempo?
  —¡No! Pero recuerdo una historia.
  —¿Es la historia de tu tiempo?
  —…No lo sé.
  —¡Cuéntamela, Antiguo! Igual en esa historia encontramos los recuerdos de nuestro tiempo. Si ahora compartimos el mismo silencio, es posible que también tengamos un tiempo en común.
  —No estamos aquí para eso, para contar historias. No creo que sea una buena idea…
  —¡Espera Antiguo! antes dijiste que estamos aquí porque es lo normal en nuestra situación. ¿A qué te refieres? ¿Cuál es nuestra situación?
  —Te lo acabo de decir, esperar a que se abra una puerta.
  —También me has hablado de un camino que hay detrás de la puerta, Antiguo ¿qué camino es ese?
  —No lo sé, nadie lo sabe hasta que se abre la puerta.
  —Pero tú ya has estado aquí antes.
  —Sí.
  —¿Y qué camino seguiste?
  —El camino del laberinto.
  —¿Y a donde te llevó?
  —El laberinto no lleva a ninguna parte, consiste en andar, siempre cambiando de ruta; buscar, intentando una salida y concluir que lo importante no es salir de él, sino recorrerlo.

©Oscar da Cunha
20 de agosto de 2013

Dedicado a…  

2 comentarios:

  1. Estupendo, como siempre. Efectivamente, nadie conoce lo que hay detrás de la puerta hasta que decide cruzarla. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Un abrazo gorila, te echaba de menos. Cuantas puertas nos pone la vida...

    ResponderEliminar

Me interesa tu opinión, te contestaré.